La cabeza es el 90% de
un deportista. Carlos Costa. Tenista
A
menudo, a todos los que disfrutamos del deporte de larga distancia, nos
preguntan que nos lleva a sacrificarnos de esta manera, porque nos sometemos a
unos esfuerzos que rallan lo sobrehumano. La verdad es que es algo muy difícil
de explicar, pero la sensación de esforzarte y superarte a ti mismo, es una
recompensa que engancha, y de que manera.
Este fin de semana, en el
Homenaje a los 101, los Artanaca hemos dado buena cuenta de lo que somos
capaces de hacer. El club ha tenido representación en todas las modalidades
previstas, consiguiendo en todos los casos el premio de la meta, e incluso
alguna más que meritoria en la parte mas alta de la clasificación.
En bicicleta de montaña, había
que hacer frente a 75,7 kms a los que se enfrentaron Romero, Antonio Zamudio,
Cedeño, Jesus Robles padre, Jesus Robles hijo, Ismael Robles y Juan Parra.
En duatlón, además del recorrido
previsto para la bicicleta de montaña, culminaban con 14 kms a pie. Ahí estaban José Domínguez
y Rafael Durán.
En marcha corta, 25 kms, teníamos
a los hermanos Paco y Antonio Gutiérrez, que hacían su debut en esta prueba.
Y en marcha larga, 48 kms, con
Ismael Reina, Roberto Jurado, Ignacio Heredia, Juan José López y yo mismo.
Bueno, mi jornada comienza a las
6.30 de la mañana, suena el despertador y me dispongo a desayunar. Lo primero,
es encender el teléfono y comenzar a recibir los saludos del resto de
compañeros y contagiarme del buen ánimo que desprende este equipo desde muy
temprano. Una vez repasado el equipo, salgo de casa a esperar a Cedeño, que
viene a recogerme.
Nos dirigimos hacia la zona de la
pizzería, donde ya están Antonio Zamudio, Romero y Juan Parra, comenzando a dar
rienda suelta a todo nuestro repertorio de bromas y anécdotas de otras
ocasiones, impulsadas por el nerviosismo e ilusión que todos compartimos.
En seguida va llegando el resto
de la expedición y nos vamos a desayunar a “La Fragua”, y de ahí al centro de
Ronda, a preparar cada uno su salida.
Una vez que los compañeros
ciclistas y duatletas han tomado la salida, los corredores nos vamos
introduciendo en el cajón de salida, donde los 10 o 15 minutos que restan se
nos hacen eternos. El buen rollo sigue presente y las bromas se van sucediendo,
hasta que, de forma puntual, a las 10.30 recibimos el pistoletazo de salida.
Sobre la marcha, aprovechamos
para desearnos suerte los unos a los otros y nos emplazamos a la cerveza
post-carrera que sin duda nos premiará a nuestra llegada a meta.
Comenzamos a avanzar por las
calles de Ronda hacia el barrio de San Francisco disfrutando del ambientazo que
hay, sin presagiar el barrizal que va a sorprender a todos y cada uno de
nosotros, por mucho que ya estuviéramos advertidos tras las torrenciales
lluvias de los últimos meses. A nada que abandonamos el casco urbano y
comenzamos a afrontar las bajadas que nos llevarán al arroyo Sijuela,
comprobamos que tenemos ante nosotros una gesta que va a exigirnos lo mejor de
nosotros mismos.
Y es que el barro acumulado era
de tal magnitud que, a pesar de la anchura del camino, únicamente se podía avanzar
en fila de a uno, lo que ralentizó de manera más que evidente el avance del
grupo y provocó numerosas caídas, afortunadamente sin mayor trascendencia.
Sin más novedad en lo que a mi
respecta, alcanzo la Estación de Benaojan, contento de hacerlo sano y salvo. A
partir de aquí hay que pasar por Benaojan y Montejaque, subiendo algunas
cuestas bastante importantes, pero sabiendo que es asfalto lo que tenemos en
los próximos 5 kilómetros.
Tras el avituallamiento de
Montejaque, con torta de chicharrones incluida, salimos del pueblo y acometemos
la subida a la Ermita, tan exigente como me habían contado, pero que premia al
que la culmina con unas vistas impresionantes. La felicidad de esos primeros
instantes en la cima, no hacia presagiar que estaba a punto de sumergirme en
una pájara mental que por poco me hace abandonar a la primera de cambio.
La fuerza del deportista no está
en las piernas, está en el cerebro. El esfuerzo psicológico que se hace cuando
todo parece perdido, cuando las piernas no pueden más, es lo que diferencia a
los campeones, es lo que hace que alcanzar la meta sea el premio más dulce a
tantísimo esfuerzo.
Como decía, apenas alcanzo la
subida de la Ermita, empiezo a trotar, pero la mente me tenía reservada el
golpe más duro de la jornada. Comienzo a descender buscando ya el Cuartel de la
Legión y, por la circunstancia que fuera, en ningún momento consigo un ritmo
que me permita avanzar a gusto. El barro de los primeros kilómetros comienza a
hacer mella y noto ampollas en los pies, por lo que los 30 kilómetros que me
restan se me antojan como una gesta absolutamente imposible para mi. Gracias a
Dios que en esos kilómetros no encontré a nadie conocido que hubiera podido
rescatarme, porque está Crónica sería muy distinta.
Por suerte, realizando un gran
esfuerzo mental consigo alcanzar el Cuartel, donde me concedo 5 minutos de
relax, aprovecho para hidratarme bien y comer algo de fruta, cuando el fenómeno
Ismael Reina hace que mi chip cambie y mi percepción de la situación de un giro
de 180 grados.
Apenas retomo la marcha, y
comienza a sonar mi móvil. Es Ismael que ha interrumpido su carrera para darme
un toque, interesarse por mi situación y darme unos ánimos que para mi fueron
determinantes para acometer el resto de carrera con otro ánimo. Muchísimas
gracias amigo!! Siempre está haciendo equipo.
Después del Cuartel nos aguarda
otro tramo durísimo de barro, pero ahora me siento mas seguro y fuerte, lo que
hace que supere estos obstáculos sin mucho desgaste, ni físico ni psicológico.
Sin más atravesamos las Huertas de Arriate por caminos que por fin permiten
avanzar a gusto, disfrutando de la compañía de un par de compañeros con los que
comparto batallitas de otras ediciones y nos emplazamos para las que aún están
por venir.
Casi sin darme cuenta, estoy en
Arriate, en el avituallamiento situado en la plaza, comprobando que “sólo” nos
restan 16 kilómetros para alcanzar la meta, lo que hace que siga con los ánimos
arriba, con ganas de dar el último tirón para lograr el objetivo.
Retomo la marcha y compruebo que
la organización ha llevado a cabo un cambio sobre el recorrido previsto. Nos
dirigimos hacia el Puente de la Ventilla por el arroyo de la Tejilla, en vez de
por Parchite, tal y como estaba previsto. Como uno ya es veterano en estas
lides, ya tenía claro que la subida iba a ser de órdago.
A pesar de todo, ni estos cambios
minan mi ánimo, y aunque muy dura me impongo un ritmo constante que me permite
culminar la subida a buen ritmo, teniendo en cuenta que ya llevo en las piernas
casi 35 kilómetros, muchos de ellos entre un barro de cuidado.
En el puente de la Ventilla veo
que el recorrido de los ciclistas coincide con el nuestro, y empiezo a hacer
cálculos mentales acerca de la opción de coincidir con alguno de los nuestros,
posibilidad que casi deshecho porque soy consciente que no estoy haciendo la
mejor marca.
Pero otra gran sorpresa está a
punto de suceder. Comienzo la subida de Los Aguilares, cuando escucho un grito
¡Artanaca!, a mi espalda. Aunque miro para atrás no consigo divisar a su
emisor, pero saber que coincidiré con uno de los mios me devuelve la sonrisa.
Unos metros más adelante compruebo que es Jesús Robles padre, con el que
intercambio pareceres y al que le doy todos los ánimos que puedo, consciente
del enorme esfuerzo que ha realizado. Jesús nos ha dado toda una lección a
todos. Lo que hizo en el Homenaje es lo que hace un verdadero campeón. Como
dice Antonio Zamudio en su crónica, es todo un General Artanaca!
A partir de aquí, ya se lo que me
queda: llanear hasta el Pilar de Coca y desde ahí, descender hasta llegar a
Ronda. No obstante es más fácil escribirlo que hacerlo, con las piernas ya
bastante maltrechas, pero bastante bien de ánimo.
Continuo avanzando y por fin
alcanzo la cuesta del Vinagrero, terrible descenso en el que sólo la proximidad
de Ronda mitiga el enorme esfuerzo que se hace al superarlo. Este año el enorme
barrizal y coincidir con las bicicletas hizo aun más difícil el culminarlo.
Pero en este momento en que las
fuerzas vuelven a flaquear, otro compañero tiene un detalle que me devuelve el
ánimo. Otra vez suena el teléfono y es el crack Romero, interesándose por mi
situación. Yo contesto, indicando que estoy cerca de meta, y que si me ha
llamado “porque están desesperados de esperarme”. El tio me dice que no, que todo
el equipo está en meta esperando mi llegada. Además me pasa con mi mujer y los
ánimos de mis hijas me dan el aldabonazo definitivo para culminar la etapa.
Gracias Romero!!
Por fin vuelvo a pisar terreno
urbano y tras cruzar la Barriada de Padre Jesús, me dispongo a
ascender la cuesta del Arco de Felipe V, y alcanzar la zona aledaña al Puente
Nuevo. Aquí ya soy consciente que me resta 1 kilómetro, el más dulce de todo el
día.
Enfilo la recta de la Plaza de
Toros corriendo a un ritmo, que si lo hubiera mantenido el resto del día,
habría bajado en un par de horas mi marca (bueno, mas o menos), y el premio me
aguarda al entrar en la Alameda. Ahí veo a mi mujer y a mis hijas, a Cedeño y a
su familia y un poco más adelante al resto del equipo que me dedican unos
aplausos que me hacen sentirme muy afortunado por tener a mi lado a tanta
buenísima gente. Las felicitaciones de los compañeros son un premio mas que
merecido a tantísimo esfuerzo. Gracias a todos.
Lo inmediato es interesarme por
las etapas que han realizado los compañeros, comprobando que todos han
alcanzado la meta sanos y salvos, consiguiendo en algún caso un mas que notable
resultado, como es el caso de José Dominguez en duatlón, que alcanzó la quinta
posición en la general. Grandísima actuación de Joseito.
Quiero terminar felicitando a
todos y cada uno de los Artanaca que acudieron a esta prueba, a la que todos
coincidimos en calificar como durísima, por lograr el objetivo de terminar
todos a pesar de los problemas que nos fueron surgiendo a cada uno de nosotros.
Poco a poco estamos haciendo que este Club sea una referencia deportiva en
nuestra comarca.
Seba, muy buena crónica. Me ha gustado mucho. En ella se puede ver que eres una makina soportando el sufrimiento!!!! Eres todo un campeón!!!!
ResponderEliminarLa mente es más importante de lo que nos creemos!!!!
Men sana in corpore sano!!!!
Muchas gracias Moi!!! La verdad es que fue bastante dura para todos, pero todos conseguimos superarla. A pensar en la siguiente crak!
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