viernes, 8 de febrero de 2013

Cronica de la Kedada del 13 de enero (Arantxa Alonso)




Antes de que se junte con la próxima crónica, aquí os dejamos los moroneros nuestra impresión  de la salida que inaugura el año.

José Manuel me avisó de que el domingo día 13 de enero había planeada una rutilla con los Artacana y que se lo dijera a los amigos que quisieran unirse. Al final sólo  fuimos cinco porque algunos no podían y otros se rajaron porque la noche del sábado al domingo cayó un buen tormentón en Morón.  De hecho, aunque quedamos en la plaza de toros de Morón a las 8.30, teníamos dudas de si ir o no a Setenil  debido al mal tiempo. No obstante, fuimos valientes y decidimos ir.

En cuanto llegamos, acompañados por José Manuel, desayunamos unas deliciosas tostadas y unos cafés en un bar situado debajo de la roca en la calle Sol. Nada más terminar era ya hora de ponerse en marcha y de encontrarse con el resto de los Artanaca. No estaban todos los que conocí la vez anterior pero aún así me gustó volver a ver a Bartolo, Javi e Ismael y conocer a María José y al resto de participantes.

Los Artanaca tuvieron el detalle de llevarnos por un camino de manera que atravesáramos las calles más emblemáticas del pueblo y así las viéramos los de Morón. En cuanto salimos del pueblo se notó que éramos unos cuantos. Cada uno fue a su ritmo  charlando unos con otros. Pasamos por olivares, por campos de cereales, por una cascada donde se suele hacer rapel y lo más destacado del día, nos llenamos las zapatillas del barro que había dejado la lluvia de la noche anterior. Cada vez que había que subir alguna cuestecilla se producían momentos  de tensión, ¿quién se resbalará con el barro?, nos preguntábamos todos. Pero siempre había algún setenileño para agarrarte o cogerte de manera que no te cayeses. También hubo momentos para tomar un vinito dulce o un licor de hierbas.

La entrada en el pueblo la hicimos por otro camino, para que la gente de Morón viéramos la zona del río Guadalporcún y las buitreras. Yo ya había pasado por esa zona pero esta vez me llamó la atención el verde del suelo en contraste con los árboles que esta vez no tenían ni una hoja.

Finalmente llegamos al pueblo y pudimos disfrutar de la otra parte del día, la excursión gastronómica. Primero tomamos unas tapillas en una terracita disfrutando de las vistas y del solecito, después en un bar cuyas paredes y techo eran la misma roca y por último tomamos unos tés/cafés en una cafería con vistas al río. Me quedé con las ganas de probar las tartas de esa cafetería así que habrá que volver a hacer alguna rutilla por allí para ganársela.

¡¡Muchas gracias de parte de los moroneros por vuestra hospitalidad!!


























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